miércoles, 1 de abril de 2020

Reto número 2: ¡construye un castillo de naipes!

Hola, ¿cómo estáis?

Espero que lo mejor posible.

Habitualmente es necesario convivir con nuestras emociones, pero en estas circunstancias todavía más. Tantos días en casa influyen en nuestro estado anímico, y aún más en el de los/as niños/as. Esto puede resultar especialmente difícil en el día a día, ya que están aprendiendo qué sienten, por qué, y a cómo expresarlo.

Por eso, esta semana desde el gabinete de psicología trataremos la gestión emocional.

En primer lugar, os cuelgo una infografía con información y algunas recomendaciones sobre el proceso de regulación emocional. Os invito a leerla en familia y reflexionar sobre ello. Posteriormente, propongo el reto de esta semana como un ejercicio de regulación emocional, a la vez que otras habilidades. (Si no se ve bien, podéis verlo en drive: https://drive.google.com/file/d/1rzjBUB0-GydKb3IuBM8bmqOvo-YC92Z2/view?usp=sharing)

¡El reto de esta semana es construir un castillo de naipes!
 Primero, os propongo leer y reflexionar sobre el siguiente relato: 
 
Había una vez un gran violinista llamado Nicolò Paganini (1782-1840).

Algunos decían que era muy raro. Otros, que era sobrenatural. Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de ver su espectáculo.

Una noche, el escenario de un auditorio repleto de admiradores está preparado para recibirlo.

La orquesta entra y es aplaudida. El director es ovacionado.

Pero cuando la figura de Paganini surge, triunfante, el público delira. Paganini coloca su violín en el hombro y lo que sigue es indescriptible.

Blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecen tener alas y volar con el toque de aquellos dedos encantados.

De repente, un sonido extraño interrumpe el ensueño de la platea. Una de las cuerdas del violín de Paganini se rompe.

El director para. La orquesta para. El público para.

Pero Paganini no para. Mirando su partitura, él continúa extrayendo sonidos deliciosos de un violín con problemas.

El director y la orquesta, admirados, vuelven a tocar.

El público se calma, cuando, de repente, otro sonido perturbador atrae la atención de los asistentes. Otra cuerda del violín de Paganini se rompe.

El director para de nuevo. La orquesta para de nuevo. Paganini no para.

Como si nada hubiera ocurrido, olvida las dificultades y sigue arrancando sonidos imposibles.

El director y la orquesta, impresionados, vuelven a tocar.

Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación.

Todas las personas, asombradas, gritan un ¡oohhh! que retumba por toda aquella sala.

Una tercera cuerda del violín de Paganini se rompe.

El director para. La orquesta para. La respiración del público para. Pero Paganini no para.

Como si fuera un contorsionista musical, arranca todos los sonidos posibles de la única cuerda que queda en aquel violín destruido. Ninguna nota fue olvidada.

El director, embelesado, se anima. La orquesta se motiva. El público parte del silencio hacia la euforia, de la inercia para el delirio. Paganini alcanza la gloria.

Su nombre corre a través del tiempo. Él no es apenas un violinista genial. Es el símbolo de una persona que continúa adelante aún ante lo imposible.

¡Ahora toca poner en práctica esa perseverancia! Coge una baraja de cartas e intenta conseguir las siguientes figuras (empieza por la izquierda y la dificultad irá aumentando):

¡Recordad! ¡No es una tarea sencilla! ¡Necesitaréis paciencia, aceptar que se nos va a caer una y otra vez, y aún así mantener la motivación hasta lograrlo!

¡Podéis mandarme fotos del castillo terminado! ¡Que no se os resista!
 
Para cualquier consulta, podéis escribirme a la plataforma o al correo: psicologia@colegioalbanta.es

¡Estaré encantada de leeros! ¡Ojalá nos veamos pronto!